Page 138 - ALERGIAS BÁSICAS
P. 138

Sección III – Capítulo 2 | FARMACOLOGÍA


               GENERAL  DE  LAS  ENFERMEDADES


               ALÉRGICAS






               ANTIHISTAMÍNICOS


               Son los fármacos más utilizados en el tratamiento de las enfermedades alérgicas.

               Pueden  clasificarse  en  dos  grupos:  clásicos  (1ª  generación)  y  de  nueva  generación  (2ª
               generación). En la tabla 1 se describen los diferentes antihistamínicos de los dos grupos.

               Los antihistamínicos clásicos presentan algunos efectos secundarios, como la sedación por
               ejemplo, debidos a su efecto anticolinérgico, antidopaminérgico o antiserotoninérgico.


               Los antihistamínicos son antagonistas de los receptores tipo 1 de la histamina.

               Se utilizan eficazmente en la rinoconjuntivitis alérgica, en la urticaria y en la dermatitis atópica.

               En general, es preferible utilizar los antihistamínicos de nueva generación dado que no son
               sedativos, la administración es una vez al día, su inicio de acción es rápido, la duración de
               acción  es de 24  horas,  no  interaccionan  con  fármacos,  alimentos o  alcohol  y  reducen  la
               sintomatología eficazmente de las enfermedades citadas anteriormente.

               También están disponibles en la actualidad dos antihistamínicos que pueden administrarse
               tópicamente: azelastina y levocabastina. Son de inicio rápido de acción, se administran

               2 veces al día, su utilización se realiza en función de la sintomatología (a demanda) y tienen
               un buen perfil de seguridad.

               Únicamente disponemos de un antihistamínico (dexclorfeniramina) que pueda administrarse
               vía parenteral (intramuscular o intravenoso). Se utiliza, fundamentalmente, como tratamiento
               complementario de la adrenalina y los corticoides en el tratamiento de la anafilaxia.

               Respecto  a  los  efectos  secundarios,  son  más  frecuentes  cuando  se  utilizan  los
               antihistamínicos  clásicos.  Puede  observarse  somnolencia,  ataxia,  aumento  de  apetito,
               distonía, cefalea, midriasis, parestesias, depresión o visión borrosa.

               Muchos de los antihistamínicos se metabolizan en el hígado a través del citocromo P450. Es
               muy importante evitar la administración conjunta de fármacos que inhiban dicho citocromo. El
               efecto  secundario  más  importante  son  las alteraciones  de  la  repolarización  cardíaca  y  la
               aparición de arritmias ventriculares, que se han descrito cuando se administran con fármacos
               que bloquean los canales de potasio, por ejemplo la terfenadina o el astemizol.





                                                                                                      134
   133   134   135   136   137   138   139   140   141   142   143