Page 24 - ALERGIAS BÁSICAS
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son  los  eosinófilos  quienes  interaccionan  vía  RFc con  la  IgE  unida a  los  tegumentos  del
               gusano y liberan proteínas tóxicas. Esta función antiparasitaria es, de hecho, la única función
               beneficiosa conocida de la IgE.

               En  algunas  ocasiones,  la  respuesta  de  anticuerpos  puede  producir  reacciones  de
               hipersensibilidad  que  dañan los  tejidos.  Por ejemplo,  un  20% de los  individuos producen
               cantidades altas de IgE al exponerse a algunas proteínas comunes en el ambiente que son
               inocuas  para  los  demás,  es  el  caso  de  proteínas  de  ácaros  o  de  pólenes.  Por  distintos
               mecanismos, los niveles altos de IgE específica se asocian a una serie de enfermedades
               denominadas  atópicas.  La  IgE  se  fija  por  su  extremo  Fc  a  receptores  de  mastocitos  y
               basófilos, donde permanece capaz de unir antígeno. Al tener lugar una nueva exposición a la
               proteína,  los  mastocitos  y  basófilos  liberan  mediadores  vasoactivos  que  desencadenan
               reacciones de hipersensibilidad inmediata o alérgicas (Capítulo I-4). Los antígenos que se
               relacionan  con  enfermedades  alérgicas  se  denominan  alérgenos.  También  la  IgE  puede
               unirse a células de Langerhans epidérmicas y captar alérgenos que posteriormente serán
               presentados  a  linfocitos  T.  Las  citoquinas  liberadas  por  estos  linfocitos  T  pueden  ser
               importantes en la patogenia de la dermatitis atópica.



               Generación de la diversidad de anticuerpos

               El sistema inmunitario dispone de un repertorio de inmunoglobulinas capaces de interaccionar
               con un gran número de estructuras químicas diferentes. Se calcula que existen más de 1010
               clones de linfocitos B de especificidad distinta. La base de tanta diversidad (se dispone de
               Ac.  capaces  de  reconocer  incluso  compuestos  sintéticos  que  son  inexistentes  en  la
               naturaleza) reside en que la secuencia aminoacídica de las cadenas pesadas y ligeras está
               codificada por varios segmentos génicos que se ensamblan secuencialmente, y para cada
               uno de ellos hay varias alternativas posibles. En la figura 2 se representa el mecanismo de
               reordenamiento  que  se  produce  para  la  síntesis  de  las  cadenas  pesadas  (las  cadenas
               ligeras sufren un proceso muy similar). El dominio variable de las cadenas pesadas está
               codificado por tres segmentos -V, D y J (V y J las ligeras). En el ADN que codifica las cadenas
               pesadas se dispone de más de 50 segmentos V distintos, 30 D y 6 J, colocados unos a
               continuación  de  otros,  separados  por  ADN  no  codificante.  A  continuación  de  éstos  se
               disponen los segmentos que codifican para el resto de la cadena, es decir, toda la parte
               constante. Se dispone de 9 segmentos constantes  -Cm, Cd,…Ca2- uno por cada isotipo.
               Durante la ontogenia de los linfocitos B, el ADN que codifica los distintos segmentos, situado
               en el cromosoma 4, sufre un reordenamiento de modo que aleatoriamente unos segmentos
               se colocan a continuación de otros, constituyendo genes funcionales. En este proceso de
               reordenación, un segmento D al azar se yuxtapone a un J al azar y el conjunto DJ a uno al
               azar de los V. Los segmentos V, D y J restantes se cortan y se degradan, quedando una
               secuencia VDJ que se transcribe junto con los segmentos C. El RNA primario transcrito sufre
               splicing -escisión intrónica- perdiéndose todos los segmentos C excepto Cm en unos casos
               y Cd en otros, con lo que quedan mRNAs que se traducirán para dar lugar a las  cadenas
               pesadas m y d. Un punto importante es el hecho de que las uniones D-J y V-J son imprecisas,
               en el sentido en que durante el reordenamiento se pueden quitar y poner un número corto
               pero variable de nucleótidos al azar. Esto supone una variabilidad adicional, de modo que
               incluso  cadenas  pesadas  que  han  reordenado  el  mismo  juego  VDJ  pueden  servir  para
               reconocer epítopos distintos.


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