Page 27 - ALERGIAS BÁSICAS
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afinidad que la IgM que se produjo inicialmente, además de distinto isotipo. Este proceso se
denomina maduración de la afinidad.
Los LB que sufren maduración de la afinidad y cambio de isotipo darán lugar a células
plasmáticas, que migran a médula ósea y tienen una vida de meses-años secretando
anticuerpos, y células B de memoria que tienen también una vida larga y que podrán
diferenciarse en células plasmáticas en futuras exposiciones al antígeno.
La respuesta de anticuerpos que tiene lugar tras una primera exposición al antígeno se
caracteriza por ser mayoritariamente de IgM y tener una duración corta. Ésta se llama
respuesta primaria (figura 3). La respuesta que tiene lugar tras una segunda o sucesivas
exposiciones –respuesta secundaria– se caracteriza por ser llevada a cabo por LB que han
sufrido los procesos de cambio de isotipo y maduración de la afinidad antes descritos. Ésta
es la base celular de la memoria inmunológica. La respuesta secundaria se caracteriza en
consecuencia por el predominio de isotipos distintos de IgM, fundamentalmente IgG, además
de ser más rápida, abundante, duradera y tener los anticuerpos una afinidad mayor por el
antígeno. Es importante destacar que frente a agentes infecciosos que se replican en el
interior del organismo la respuesta primaria y secundaria se suceden sin solución de
continuidad ya que hay presencia continuada del antígeno desencadenante.
Ciertos antígenos pueden inducir la diferenciación de LB sin participación de los T. Estos
antígenos, que se denominan T-independientes, suelen ser polisacáridos capsulares
bacterianos o estructuras similares constituidas, en general, por epítopos repetitivos. Los
antígenos T-independientes se caracterizan por inducir exclusivamente respuestas de tipo
primario, aunque los niveles de IgM resultantes se mantienen altos más tiempo, y por no
conferir memoria inmunológica.
REGULACIÓN DE LA SÍNTESIS DE INMUNOGLOBULINAS
Para elaborar una respuesta de anticuerpos, se necesita que los LB interaccionen con el
antígeno, pero además que reciban varios tipos de señales procedentes de los linfocitos T.
Estos linfocitos T, que han de ser específicos para el mismo antígeno, han de ser previamente
activados por células presentadoras. El proceso se detalla a continuación.
Tras penetrar en el organismo, los antígenos (virus, productos bacterianos…) son
transportados a través de los vasos linfáticos o la sangre hasta los ganglios linfáticos o el
bazo respectivamente. Una vez en el tejido linfoide, son capturados por células dendríticas y
macrófagos que al ser células presentadoras de antígeno (APC) se encargarán de
procesarlo y presentarlo en el seno de moléculas MHC de clase II a los linfocitos T CD4 (T
cooperadores o TH). En la piel y mucosas también se localizan abundantes células de
Langerhans y otras células dendríticas que endocitan y transportan los antígenos a los
ganglios linfáticos locales.
Además de presentar antígeno a los linfocitos T específicos, las APC dan señales
coestimuladoras para que el linfocito T se active. La más importante es la interacción de CD80
de la APC con CD28 de los linfocitos T. Los LB, que unen antígeno a través de su BCR,
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