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ración de la vegetación”, lamenta el estudiante Ramón Mora.
           Precisamente esto es lo que ocurrió tras el incendio de 2012.
           La saca de madera con maquinaria pesada y las subsiguientes
           lluvias torrenciales afectaron de manera significativa a las pro-
           piedades del suelo y a la recuperación de la cubierta vegetal
           en Mariola.
           Mucho mejor es aplicar un acolchado de paja, de astillas de
           madera o de acículas de pino para proteger el suelo de la ero-
           sión y mantener la humedad cuando se dan zonas con suelo
           desnudo. “Hay veces que, por querer ayudar, lo que hacemos
           es más daño que el propio incendio”, explica el profesor y
           coordinador del ‘Fuegodía’, Jorge Mataix, quien lleva más de
           una década estudiando cómo han afectado los incendios en
           este paraje y qué estrategias son las más adecuadas para su
           recuperación. “Por lo tanto, hay veces que no es necesario
           reforestar, si la zona es capaz de recuperar la vegetación por
           sí sola”, comenta Mataix. Otra gran consecuencia en el suelo,
           después de un incendio, es que este puede volverse repelente
           al agua, como demostró el estudiante Dario Ferrati.
                                                                       “Hay veces que, por
           Extraer toda la madera quemada también es contraproducen-
           te, explican los guías del ‘Fuegodía’ a lo largo de los 10 kiló-  querer ayudar, lo que
           metros de recorrido, donde quedan todavía pinos y matorrales
           chamuscados, como recuerdo de las llamas. Aunque, estéti-  hacemos es más daño
           camente, la masa vegetal quemada no encaje en el paisaje,
           su presencia es más que productiva para la regeneración del   que el propio incendio”
           ecosistema. Incluso quemada y muerta, esa masa favorece la
           fertilización del terreno al actuar como fuente de nutrientes.

           Esa especie de ‘canales’ que se pueden observar al caminar
           por el monte, en las laderas de la montaña, pueden ser indi-
           cativos de cuánto afectan la lluvia y el arrastre a la erosión
           del suelo. Los suelos desarrollados sobre margas, como el
           de la Sierra de Mariola, calcáreos y arcillosos, son muy ero-
           sionables. Sin embargo, “en muchos casos no hay que hacer
           nada”, aclara el estudiante Manuel García: “Si no hay mucha
           pendiente ni se esperan lluvias torrenciales, no será necesario
           aplicar un acolchado ni un aporte orgánico para ayudarle a
           recuperarse”.

           el musgo, colonizador y protector
           “Aunque los ecosistemas mediterráneos están bastante adap-
           tados a los incendios”, explica la estudiante Victoria Verger,
           “es sumamente importante estudiar las biocostras de mus-  El musgo crea una alfombra natural que protege el suelo tras los incendios.
           gos”. Si bien los expertos indican que proteger el suelo con
           paja es una buena primera estrategia, el musgo puede ejercer  carrasco (Pinus halepensis), que utilizan el fuego como una
           esa misma función cuando coloniza un terreno quemado. “Los  ventaja frente al resto, o mediante la necromasa, el conjunto
           musgos o plantas briófitas -que no tienen verdaderas raíces,  de material muerto que se acumula en los arbustos y que sirve
           ni hojas, ni canales vasculares-, formarán una alfombra que  para eliminar a la competencia. La cuestión es si las comuni-
           protegerá de la erosión y contribuirá a la fijación de nutrientes,  dades sabrán apoyar a la naturaleza en sus esfuerzos o serán
           como las cenizas”, detalla su compañero José Sánchez. Aun- un obstáculo para su supervivencia.
           que no llaman mucho la atención, los musgos son los grandes
           conquistadores  del  mundo  vegetal.  Algunas  investigaciones  “No hay un modelo genérico de prevención de incendios”, ase-
           apuntan a que son el puente evolutivo entre las algas planc- gura Jorge Mataix, “pero una combinación de todas las estra-
           tónicas y las plantas terrestres. Siguiendo con ese ‘espíritu  tegias disponibles en las zonas vulnerables o de riesgo sería
           emprendedor’ que les caracteriza, las biocostras del musgo  más que suficiente para comenzar con una buena gestión”,
           son el remedio de la naturaleza contra la pérdida de suelos  concluye el experto. Los dos grandes incendios producidos en
           fértiles tras un incendio.                        la Sierra de Mariola han convertido el Parque natural en un
                                                             laboratorio de campo para los especialistas de la UMH. Para
           cuestión de supervivencia                         el investigador, si bien “las actuaciones a gran escala son más
           Los ecosistemas mediterráneos están adaptados al fuego.  complejas de llevar a cabo y más lentas, de manera localizada
           Bien a través de la presencia de plantas pirófilas o pirófitas, o  se pueden diseñar planes estratégicos que resten o incluso
           con múltiples adaptaciones como las piñas serotinas del pino  palien el origen de las catástrofes del fuego”.



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