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con bacterias asociadas a la diarrea. Cuando no se lavaban las
manos, se encontraban enterobacterias en el 44% de las mues- ¿
tras. Después de lavarse solo con agua, este dato se reducía a Cómo lavarse
un 23%. Si habían utilizado jabón y agua, la presencia de estos
patógenos bajaba hasta el 8%. Por lo tanto, el jabón es una
pieza clave en el lavado de manos. Si se utiliza en pastilla, debe
escurrirse entre usos para evitar la proliferación de gérmenes. las manos?
“El jabón, sobre todo, hace un efecto de arrastre”, explica el
profesor de microbiología de la UMH Manuel Sánchez Angulo,
“pero, también, ataca a las membranas de muchos microorga- Organización Mundial de la Salud
nismos y las destruye”. Esto ocurre, precisamente, con la envol-
tura del coronavirus.
Respecto a su conveniencia frente a otros productos higiénicos,
el profesor Angulo opina que “aunque está bien poder utilizar el
gel hidroalcohólico en situaciones como al entrar o salir de una
tienda, o en otras circunstancias donde no sea posible lavarse
las manos, no hay que abusar”. Este tipo de productos contienen
un 70% de alcohol aproximadamente, una alta concentración de
desinfectante que puede acabar con las poblaciones de microor-
ganismos que, de forma natural, habitan la piel. Hay que pensar
en las manos como un territorio que, de quedar despoblado, será
más fácilmente invadido por nuevos tipos de microorganismos
que podrían resultar perjudiciales para la salud. Por lo tanto, los
productos y hábitos de higiene deben cuidar la microbiota de
la piel, su población microbiana natural, al mismo tiempo que
evitan patógenos externos. Según la OMS, usar gel hidroalcohó-
lico inmediatamente después de lavarse las manos con jabón es
totalmente innecesario y puede producir dermatitis. Por el mismo
motivo, tampoco recomiendan utilizar agua caliente.
La “hipótesis de la higiene”
El auge de otros productos antibacterianos más agresivos que
el jabón, particularmente tras la pandemia de COVID-19, puede
ser problemático. A algunos sectores de la comunidad científica
les preocupa que productos pensados para entornos profesio-
nales y sanitarios hayan dado el salto a los hogares. El CDC
de EE.UU. ha advertido en varias ocasiones de los problemas
que pueden derivar del uso indiscriminado de este tipo de pro-
ductos. No se refieren solo a jabones o detergentes, también,
a tratamientos que se aplican a utensilios alimentarios, col-
chones y textiles o productos cosméticos. La más grave de las
consecuencias que puede conllevar el abuso de estos aditivos,
advierten, es el de desarrollo de resistencias. Los aditivos anti-
bacterianos presentes en productos domésticos pueden actuar
como antibióticos, en muchos sentidos. Aunque su finalidad no
sea curar una enfermedad sino impedir el desarrollo de los mi-
croorganismos, pueden acabar con la mayoría de bacterias dé-
biles y forzar una selección y una mutación de las poblaciones
hacia variantes mucho más resistentes. Una vez estas bacterias
súper-resistentes lleguen hasta las personas más vulnerables, no
habrá producto de limpieza capaz de acabar con ellas y la infec-
ción será mucho más probable.
El exceso de limpieza también puede afectar al desarrollo de
alergias, asma y eccemas, especialmente en los primeros años
de vida. La llamada “hipótesis de la higiene” plantea que el
sistema inmune no tiene la oportunidad de entrenarse frente
a ciertos estímulos y patógenos debido a un exceso de esterili-
dad ambiental durante la infancia. Aunque existen argumentos
ingresos per cápita.
científicos a favor y en contra de esta teoría, hoy en día se da
por ampliamente aceptada y explicaría el auge de este tipo de
enfermedades, llamadas autoinmunes, en los países con más
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