Page 5 - UMH Sapiens 29
P. 5
omo explica la profesora de Historia de la Ciencia
de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de
Elche Rosa Ballester, la limpieza del cuerpo está
muy presente en el mundo griego y en el helenismo
romano. Es precisamente a través de la limpieza en
termas y baños - instituciones tan emblemáticas de
la tradición cultural greco-romana- como se elimina
Clo que denominaban las “superfluidades”, es decir,
los humores corrompidos, la suciedad que desequilibra. “No hay una
interpretación fisiopatológica precisa en lo tocante a la limpieza de las
manos de forma específica, pero sí queda patente que la limpieza en
general y, de las manos en particular, es de gran importancia en este
periodo”, apunta la catedrática emérita y académica de número de la
Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana.
Del mundo medieval, más concretamente de la Baja Edad Media, la
profesora rescata la figura de Arnau de Vilanova (1240-1311), uno de
los médicos europeos más importantes de la época y cuyas contribu-
ciones resultan relevantes para entender los orígenes de la importan-
cia de la higiene. Este doctor, que enseñó en la prestigiosa Escuela Rosa Ballester Añón
de Montpellier, fue médico de los reyes de Aragón, Pedro el Gran-
de, Alfonso III y Jaime II. Arnau de Vilanova es el autor de una obra profesora de Historia de la Ciencia UMH
titulada Regimen sanitatis ad regem aragonum, una serie de consejos
higiénicos destinados al monarca Jaime II. A juicio de Ballester, for-
ma parte de “todo un género literario que está dedicado, en general, a
las clases privilegiadas de la sociedad bajomedieval y en el que sobre
la base de la teoría humoral galénico- tradicional, se menciona, de
forma explícita, la importancia de lavarse las manos a menudo para
conservar la salud”. Ballester subraya que estas recomendaciones
estaban destinadas a una parte muy pequeña de la población y que
formaban parte de un conjunto de reglas que, bajo el rótulo de “dieté-
tica”, no solo hacían referencia a la alimentación, sino a todo aquello
necesario para conservar la salud, entre estas actividades, la limpieza.
Ya en el siglo XIX, precedido por una etapa intermedia en el que las
viejas teorías galénicas empiezan a cambiar, en lo que se refiere al
lavado de manos, “se observa cómo aparecen, basados en la observa-
ción y en la práctica del médico y sin tener una base científica -pues-
to que todavía no se cuenta con el conocimiento que proporcionó
la teoría microbiológica, lo que se producirá a finales del XIX- obras
como la del bostoniano Oliver Wendell Holmes, titulada La contagio-
sidad de la fiebre puerperal (1843)”. En la publicación se pone el
foco en la mortalidad de las mujeres que dan a luz y se observa que la
limpieza de las manos, en general, y cuando se trata a las puérperas
en particular va a ser un factor muy importante para disminuir las
elevadas cifras de mortalidad en el puerperio.
Pero en quien se personaliza el cambio cualitativo en cuanto a la
adopción de la eficacia de la práctica sistemática de la limpieza de
manos en el entorno obstétrico es Ignaz Semmelweis (1818-1865).
Como apunta Ballester, Semmelweis fue un médico húngaro que tra-
bajó en el Hospital General de Viena (Austria). Este gran observador
percibió que en las dos salas (denominadas divisiones una y dos) de
maternidad que había en el hospital, a pesar de que la mortalidad de
las mujeres que daban a luz era altísima en ambos casos, en una de
las divisiones era más alta que en la otra. El médico se preguntó a
qué se podía deber esa diferencia y empezó a elaborar una serie de
hipótesis que fue descartando al no observar diferencias entre las dos Arnau de Vilanova (1240-1311),
divisiones. Hasta que se dio cuenta de que precisamente la diferencia
estribaba en las personas que atendían a esas mujeres; en la división
uno, donde había más muertes, eran los médicos y futuros médicos, uno de los médicos europeos más
mientras que en la dos, atendían a las parturientas las comadronas. destacados de la época, hizo
Siguiendo con el hilo de la observación, Semmelweis percibió que los
estudiantes médicos que trabajaban en esta sala, previamente tenían contribuciones muy relevantes
las prácticas de disección y que, a continuación, tal y como estaba pro-
gramado en sus actividades formativas, pasaban a explorar a las muje- para entender la importancia
res. De esta manera, elaboró una estadística elemental, “todo un signo
de avance científico”, recalca la catedrática. Así fue como el doctor es- de la higiene
tableció unos porcentajes de fallecimientos en uno y otro caso. La idea
umhsapiens 5