Page 39 - anuario 2024
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El principal problema de estos dos ensayos para poder identificar diferencias en el riesgo
                  de eventos adversos  neuropsiquiátricos  radica  en su  tamaño  muestral reducido  que
                  impide encontrar diferencias de riesgos salvo para la aparición de un evento que fuera
                  muy frecuente entre los tratados con montelukast (con una frecuencia igual o mayor a 1
                  de  cada  100  niños)  y  muy  infrecuente  o  excepcional  en  los  tratados  con  placebo.
                  Además, debe tenerse en cuenta que los dos ensayos publicados estudian patologías
                  diferentes (uno estudia asma y el otro rinitis alérgica) y la duración de los ensayos se
                  limita  a  8  semanas  lo  que  impide  detectar  eventos  adversos  que  aparecen  con
                  tratamientos más prolongados. Si a todo lo anterior le sumamos que las variables de
                  seguridad son variables secundarias en estos ensayos, cuya recogida es mucho menos
                  cuidadosa  y  sistemática  que  la  variable  principal  de  eficacia  podemos  entender  el
                  porqué  la  información  de  estos  ensayos  clínicos  no  nos  sirve  para  establecer  la
                  causalidad del montelukast en los eventos neuropsiquiátricos.

                  Cuando los ensayos clínicos no nos permiten concluir acerca de la causalidad, que es
                  la situación más frecuente cuando los sistemas de farmacovigilancia generan señales
                  de alerta, se recurre a los estudios observacionales.

                  En 2015, se publicaron los resultados de un estudio de casos y controles que incluyó
                  1920  pacientes  con  asma  con  edades  entre  1  y  17  años  tratados  con  montelukast
                  durante  el  año  previo  a  que  ocurriera  el  evento  no  encontrándose  una  asociación
                  significativa entre la toma de montelukast y la aparición de eventos neuropsiquiátricos
                  (OR: 1,01; IC del 95 %: 0,88-1.14) (6), mientras que en 2019 otro estudio de casos y
                  controles realizado en Ontario en el que participaron 4.395 pacientes pediátricos con
                  asma sí encontró un mayor riesgo de eventos neuropsiquiátricos con montelukast (OR
                  ajustada: 1,91, IC 95% 1,15–3,18) (7). También, en un estudio retrospectivo de cohortes
                  realizado entre 2011 y 2016 en Quebec se observó un mayor riesgo relativo de eventos
                  neuropsiquiátricos  informados  por  los  padres  que  llevaron  a  la  interrupción  del
                  tratamiento en niños tratados con montelukast (riesgo relativo: 12,0, IC 95% 1,60–90,2)
                  (8). Asimismo, un estudio de cohortes prospectivo publicado en 2020 encontró que los
                  eventos neuropsiquiátricos se producían hasta en un 62,4% de los pacientes con asma
                  con edades entre 3 y 18 años. (9).
                  En 2023 se realizó una revisión sistemática de todos estos estudios observacionales
                  demostrando que, si bien los eventos neuropsiquiátricos se notifican con frecuencia en
                  niños  tratados  con  montelukast  en  notificaciones  espontáneas  y  en  estudios  de
                  farmacovigilancia,  la evidencia de esta  asociación  en  los estudios era  contradictoria
                  probablemente por la heterogeneidad de los estudios, aunque había un número mayor
                  de estudios que sugerían la existencia de una asociación (10).
                  El  problema  de  los  efectos  neuropsiquiátricos  observados  en  niños  tratados  con
                  montelukast  es  un  buen  y  actual  ejemplo  del  problema  con  la  seguridad  de  los
                  medicamentos. Los ensayos clínicos se diseñan para demostrar eficacia y dado que su
                  viabilidad  depende  de  que  esto  se  pueda  llevar  a  cabo  con un  número  ajustado  de
                  pacientes  y  en  el  menor  tiempo  posible  difícilmente  van  a  proporcionarnos  un
                  conocimiento  del  perfil  de  seguridad  de  los  nuevos  medicamentos  más  allá  de  los
                  eventos  adversos  muy  frecuentes.  Para  conocer  los  riesgos  de  los  medicamentos
                  debemos recurrir a la notificación espontánea por parte de los profesionales médicos y
                  a estudios de farmacovigilancia que son sistemas aptos para identificar señales de alerta
                  pero que no sirven para demostrar la causalidad de un fármaco. Para demostrar esta




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